viernes, 3 de agosto de 2012

Meditando con Einalian

Ahora que estamos en pleno verano, muchos elegimos la playa como destino para pasar esta estación disfrutando del calor ambiental y del mar fresquito. No olviden ponerse protector solar para evitar las horribles quemaduras.
En esta entrada, voy a darles una meditación con unos de los epítetos de Hékate con el que mayor relación guardo, se trata de Einalian, la marina, la del mar.



Pues bien, llegado un momento en donde la gente no abunde por la playa y el sol esté suave, no sentaremos en un lugar donde el agua no nos llegue, o bien podemos hacerlo desde casa, simplemente sentándonos en una postura cómoda en un momento en el que no vayamos a ser molestados. (podemos poner música con sonidos de olas para ayudarnos)
El primer paso como siempre es tomar unas respiraciones profundas y relajar nuestro cuerpo de la coronilla hasta la punta de los dedos de los pies, tomamos aire para relajarnos y soltamos las tensiones expulsándolo.

Cuando notemos que nuestro cuerpo está relajado vamos a vernos en el lugar en donde estamos sentados, vamos a hacernos conscientes de nuestra presencia en ese lugar.
Si estamos en casa, imaginaremos que nos acercamos a una de las puertas más cercanas que tengamos cerrada. La abriremos, y en el otro lado aparecerá una playa, entraremos en la playa. Si estamos en la playa, simplemente nos levantaremos. Llevamos puesta una mochila y estamos vestidos con lo que actualmente llevamos puesto.

Nos quedaremos observando el mar, las olas, el horizonte, el cielo; sentiremos la suave brisa y oleremos el salitre.

Al rato veremos como una balsa aparece de entre las olas, nos acercaremos a ella tranquilamente y nos subiremos, esta balsa nos llevará a Hékate.

Una vez encima, la balsa se adentrará armoniosamente a aguas profundas, ayudada de las corrientes suaves dirigidas. Notamos como el vaivén de las olas mece la balsa suavemente.

Llegamos a un punto de aguas profundas, estamos en alta mar, pero todavía vemos la costa, la balsa se parará ahora. Es momento de quitarnos la mochila, la abriremos y veremos lo que hay dentro, son cosas con las que cargamos voluntariamente, una vez hayas vaciado la mochila, observa atentamente cada cosa que había dentro. Piensa en las cosas que quieres seguir cargando y las que no. Mete de nuevo las que quieras conservar.

Ahora es momento de entrar en el mar, para ello Hekate solo te pide una cosa, que te libres de tus ropas y te metas en el agua. Está a una temperatura agradable y no sientes agobio para respirar bajo el agua.

Una vez en el fondo te ves rodeada de azul profundo, sientes la ligereza y la libertad que el océano te aporta, y comienzas a nadar un poco más profundo hasta sentarte en la arena del fondo, sobre una roca, como lo desees y más cómoda te sientas.

El océano está vacío, no hay peces, ni algas, ni crustáceos, solo agua, arena y roca.

En frente de tí, verás la figura de una mujer, vestida con un manto azul, que se acerca poco a poco, está rodeada de peces y animales marinos de todas las especies, grandes y pequeños, su cabello ondea con las mareas, tiene la piel plateada y te mira con una sonrisa. Es Hékate Einalian.
Te quedarás con Ella el rato que quieras, pregúntale lo que quieras, siente su energía, su simbolismo.

Cuando termines despídete de Ella educadamente, y antes de irte, ella te entregará un collar hecho con perlas, conchas y caracolas, te lo pondrá y tocará el centro de tu pecho. Ahí es donde encontrarás la paz del mar de Einalian cuando quieras volver a Ella en cualquier momento y lugar.

Luego asciende y sube a tu barco, habrá un manto blanco en él, con el que te vestirás.

Los objetos que habían quedado fuera de tu mochila, los arrojarás al mar amorosamente, dándoles las gracias porque en algún momento te han servido. Confiando ahora en que se disolverán en la inmensidad marina, y que ya no son tuyos.

Ahora dos delfines guiarán tu balsa hasta la orilla, cuando llegues bajas suavemente a la arena, y miras al mar lejano, tocas tu talismán de Einalian, y te centras en el lugar donde lo ha colocado Hékate, el centro de tu pecho.

Te sentarás en el lugar donde comenzaste, o bien cruzas la puerta que te lleva a la habitación donde te encuentras y te sientas en el mismo lugar.

Tomas una respiración profunda y te haces consciente de tu cuerpo, del lugar en el que estas sentado/a.
Mueve tus dedos de los pies y lleva tus manos al pecho.
Toma otra respiración profunda, y lentamente abre los ojos, sonríe.

Bienvenido/a
Fuerteventura














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