Hécate por Hrana Janto |
Hécate está contigo en la encrucijada. Los momentos en los que hay que tomar decisiones no son fáciles, y los desafíos que plantean exigen a la persona un salto de fe. Hécate dice que renuncies a la idea de que hay decisiones acertadas o equivocadas, y te dice que lo único que existe es la decisión en sí. ¿Has estado postergando la toma de una decisión porque se te antojaba abrumadora o porque no veías salida airosa posible? ¿Acaso esa decisión hace brotar en ti el miedo a lo desconocido?¿Te parece mejor o más fácil continuar con el sendero conocido?
En ocasiones hay que tomar una decisión, pero no estamos preparadas para tomarla. En tales casos, el camino para nutrir la totalidad consiste en reconocer dónde estás y en soltarlo todo.
Confía en que, cuando llegue el momento, serás capaz de tomar la decisión. Date tiempo y espacio. No te presiones, no reproches ni te culpes. En este momento, necesitas nutrirte. Cuando te sueltes del todo, se hará de pronto la claridad que te permitirá saber lo que necesitas. Hécate te insta a abrazarte a lo desconocido. Y sé consciente de que, decidas lo que decidas, lo que venga será algo inapreciable, algo de lo que podrás hacer uso en tu sendero hacia la totalidad.
Ritual sugerido: El viaje de perspectiva de Hécate
Busque un momento y un lugar en los que no vaya a ser molestada. Sientese o acuéstese cómodamente, con la espalda bien recta. Cuando lo considere oportuno, cierre los ojos. Inspire profundamente y deje salir el aire poco a poco. Tome otra inspiración profunda y, mientras espira, sienta cómo cae su cuerpo, como si se estuviera quitando un vestido de seda que quedara extendido a sus pies. Tome otra inspiración profunda y vea, sienta o perciba a Hécate, la antigua, la diosa anciana, de pie ante usted. Ella le ofrece su mano y usted la toma.
Un sendero aparece ante ustedes, y ambas se introducen en él. El sendero es de piedra negra, de grandes trozos de obsidiana, y las lleva en un descenso en espiral. Usted baja más y más, hacia lo profundo, siguiendo el camino en espiral junto a Hécate.
La presencia de la diosa es tranquilizadora y confortante. Usted continúa bajando por ese sendero de obsidiana hasta que llega a una encrucijada. Allí, el sendero de piedra negra se encuentra con un sendero de perlas (o piedra blanca) y con un sendero de coral (o piedra roja).
Los tres senderos se extiendes ante usted. ¿Por cuál se encaminará? Los tres le resultan seductores; los tres parecen prometerle algo que usted necesita. Pídale ayuda a Hécate para decidirse.
La diosa se sienta donde se encuentran los tres caminos y le hace señas para que se sientes junto a ella; y, cuando lo hace, toma conciencia del poder de los senderos, que vibran bajo su pies.
Usted inspira profundamente y siente las vibraciones en su cuerpo.
De pronto, la vibración aumenta, y usted la siente como ráfagas de viento que recorrieran su cuerpo, limpiándola de todo. Las vibraciones la devoran, la envuelven, la sostienen. Las ráfagas vibrantes de viento la ayudan a desprenderse de todo: pensamientos, sentimientos, acciones. Hécate está con usted, por si necesita ayuda.
Ese extraño viento la envuelve, y usted comienza a volar en sus brazos. La lleva de un lado a otro en su balanceo, arriba y abajo. Hécate vuela a su lado. Y, mientras el viento la lleva arriba, más arriba, la diosa le sugiere que observe los tres senderos que hay bajo usted. Ya no le resultan seductores ni fascinantes. Parecen pequeños e insignificantes. Simplemente, tres senderos, tres posibilidades.
El viento amaina y usted desciende suavemente hasta el suelo. Es hora de volver. Usted se agarra de la mano de Hécate y ella la lleva hacia arriba, por el sendero en espiral, por el sendero de obsidiana.
A medida que asciende, se nota más plena de energía y más relajada, sintiéndose en calma, centrada, hasta que llega al final del camino. Hécate le da un abrazo, y usted le da las gracias por el viaje, por el don de la perspectiva y de la claridad que le ha dado. Ella le pide a usted algo, y usted se la da agradecida. Hécate se desvanece, y usted toma una inspiración profunda. Mientras espira, usted vuelve al cuerpo. Inspire profundamente de nuevo y, cuando lo considere oportuno, abra los ojos. ¡Bienvenida a casa!
Fuente: El oráculo de la Diosa, por Amy Sophia Marashinsky